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Pocos saben que en Chile, el 78% de las empresas son familiares, generan el 60% de las ventas y son las responsables del 63% del empleo. Lejos de estar compuestos por directivos multimillonarios, la gran mayoría de ellas están compuestas por personas que trabajan arduamente por desarrollar y mantener sus negocios en los sectores de comercio, agricultura, manufactura, inmobiliario y construcción.

onstruir el Chile equitativo, justo y con paz social que todos anhelamos, requiere que volvamos a conversar. Pero conversar es difícil cuando estigmatizamos al “otro” y todo lo distinto a “lo nuestro” nos parece una amenaza que hace explotar nuestros peores miedos. Conversar es especialmente difícil cuando somos parte de un clima de violencias en que defendernos y agredir es lo que primero surge.

Pero hay otros caminos y todos nos ayudan a recuperar las instancias de diálogo. El primero es reconocer que gran parte de nuestras ideas están basadas en emociones y creencias, muy poco en información. Lo segundo es que esas definiciones tienen consecuencias: no son inocuas. Tercero, podemos cambiarlas, no son rígidas y nuevas distinciones (nuevos mapas y modelos mentales) nos permitirán otras construcciones de realidad.

Respecto de la polémica que se ha instalado por la propuesta de algunos legisladores del FA y el PC de restringir la herencia hasta 4 mil millones de pesos, imposible no decir algo. Probablemente inspirados en las ideas de Thomas Piketty y su libro «Capital e Ideología», donde hace campaña por fuertes impuestos al «1% más rico», esta idea esconde desconocimiento de las realidades del capitalismo familiar.

Cada vez que entra en discusión los impuestos u otras derivadas del “1% más rico”, se considera a las familias empresarias como parte de un gran genérico que oculta distinciones produciendo mucho daño. Pocos saben que, en Chile, el 78% de las empresas son familiares, que generan el 60% de las ventas y que son las responsables del 63% del empleo. Lejos de estar compuestos por directivos multimillonarios, la gran mayoría de las empresas familiares son personas que trabajan arduamente por desarrollar y mantener sus negocios en los sectores de comercio, agricultura, manufactura, inmobiliario y construcción.  

Poco se habla también del impuesto a la herencia que se paga en Chile, uno de los más altos de la región, de hecho, en Perú y en Argentina, este tributo no existe, mientas en nuestro país puede llegar al 25%.

Lo nuevo que debemos construir no surgirá desde los polos que luchan sino desde las nuevas conversaciones amplias y honestas que generan encuentros entre personas que piensan distinto.

Desmitificar la expresión del “1 %” nos acerca a la posibilidad de volver a conversar entre personas y no solo gritar consignas entre falsos constructos que nos distancian. Porque efectivamente existen familias que han logrado generar empresas y patrimonio que está por sobre los 4 mil millones. Sin embargo, olvidan que ese patrimonio es parte del tejido productivo de nuestra sociedad y de nuestra economía.

La figura de Tío Rico sentado sobre su oro improductivo está muy lejos de la realidad. Basados en las Encuestas de Finanzas del Consumidor de EE.UU., M. Carney y R. Nason de la U. de la Concordia en Canadá, se dice que “1%” está compuesto por cerca de 1,6 millones de hogares norteamericanos con activos promedios de US$29 millones. La propiedad y gestión de pequeñas y medianas empresas (según la clasificación Pyme de ese país) son su principal fuente de ingreso y tienen una facturación promedio de US$13 millones y 30 empleados. En Chile no se sabe exactamente cuántas de ellas estarían incluidas en el 1%, pero es probable una composición similar a la de EE.UU., pero con un menor volumen de negocios relativo (con US$10 millones o menos de ventas promedio).

Por lo tanto, necesitamos cautela frente a las medidas voluntariosas y osadía para atrevernos a mirar el fondo. Si dañamos el tejido productivo que generan las Pymes con recargas tributarias excesivas, el daño puede dificultar aún más los cambios que estamos buscando. Lo nuevo que debemos construir no surgirá desde los polos que luchan sino desde las nuevas conversaciones amplias y honestas que generan encuentros entre personas que piensan distinto.

También necesitamos nuevas conversaciones entre las familias empresarias, respecto de su mayor y principal herencia que es la capacidad de emprender que alguna vez tuvo el fundador. Pero principalmente, necesitamos trabajar en conjunto para potenciar la capacidad productiva, el empleo, innovación y sustentar así las bases de una mejor sociedad para todos.

Con información de El Libero