Un amigo mío me hizo llegar un libro publicado , en principio en inglés por la OECD en 1971 y luego traducido por la UNAM algunos años después que se llama \»El Emprendedor Mexicano\». (The Mexican Entrepreneur)
Su autora es Flavia Derossi que en esa época trabajaba en la OECD en Paris y estuvo varios meses en el país para hacer esta investigación y hacer encuestas a 80 hombres (casi todos) y una que otra mujer, sobre sus negocios. Es interesante leerlo y sobre todo comparar treinta años después y bajo la perspectiva del siglo XXI para ver como evolucionaron.
Las entrevistas de este libro las hizo la mamá de mi amiga la periodista Anna Fusoni y aunque se mantuvo el anonimato de muchos de los encuestados, salen fácilmente a relucir nombres de grandes empresarios actuales, o así logre deducirlo en bastantes casos. Obviamente algunos han fallecido ya y otros ya perdieron sus empresas por las turbulencias de esta racha de crisis.
En mis conferencias y seminarios hablo del emprendedor tradicional, hombre, líder absoluto con intuición , con las ideas solo en su cabeza y que en la mayoría de los casos gobierna en forma autoritaria y sin contrapesos su negocio. Este emprendedor tradicional existió desde la Segunda Guerra Mundial y tuvo su época de esplendor en las tres décadas posteriores. Precisamente en 1971 cuando Derossi escribió este importante libro todavía México estaba en bonanza con crecimiento sostenido, poca inflación y el dólar seguía a $ 12.50 . Pocos años después empezó un proceso de descomposición, cambios acelerados , turbulencias e inseguridad que no ha parado hasta esta fecha.
La autora define al emprendedor, lo ubica en el contexto de esa época e incluye un concepto interesante llamado el \»familiarismo\» en el negocio, o sea la presencia de parientes en estos, ya sea trabajando , como accionistas o como parte del Consejo de Administración. Da su opinión favorable a este familiarismo en los negocios lo cual es importante, no sin comentar también los defectos de tener miembros incapaces en el negocio, dedicados a gastar el dinero de sus ancestros y a su falta de interés por continuar el proyecto familiar y la facilidad de algunos herederos para vender sus negocios a competidores nacionales y sobre todo estadounidenses.
Lo que me pareció fascinante fueron las entrevistas. Grandes líderes empresariales hablando de sus orígenes, de sus familias que perdieron todo durante la Revolución Mexicana o de llegar al país como inmigrantes sin dinero ni estudios sino con hambre y el tesón por mejorar su situación . La mayoría definían a su negocio como una empresa familiar con el firme deseo de quedar así indefinidamente y no vender, aunque algunos ya estaban asociados con terceros.
Leyendo estas entrevistas se percibe por un lado el empuje de personas
trabajadoras, de carácter férreo y personalidad acostumbrada a ser obedecida, con Consejos directivos que no cuestionaban su parecer sino aceptaban sus decisiones . Muchos tenían ya a hijos ,yernos y en pocos casos mujeres de la familia trabajando y algunos ya habían mandado a sus sucesores potenciales a estudiar carreras y postgrados, preferiblemente a Estados Unidos.
La ironía es cómo muchos defienden el status quo, el hecho de tener altos aranceles a casi todos los productos importados para proteger la industria, esquema que funcionó muy bien en esos treinta años, aunque algunos se jactan que están preparados para la competencia exterior y unos pocos exportaban un mínimo porcentaje de su producción dado que el mercado interno crecía en forma sustancial y sobrepasaba siempre la oferta y capacidad de los industriales mexicanos.
Como dice mi tía ¿¡ Qué tiempos aquellos , señor Don Simón!?
Leyendo las historias de magnates textileros, productores de zapatos o de vino , de juguetes de plástico, muebles etc. me vienen a la mente datos como que en Puebla, Tlaxcala y Orizaba la industria textil ya es mínima , que leí hace poco que en Guadalajara la empresa de calzado Canadá de la familia López otrora líder absoluto en México ya dejó de producir artículos y los nuevos dueños van a vender los inmuebles y equipo a precios que, me imagino, serán muy castigados y que las empresas de vinos y licores fueron absorbidas por grandes casas internacionales y ni hablar de los productores de juguetes (muñecas), muebles , televisores . Además de que muchos de estos personajes que hicieron historia empresarial ya no están al mando de sus negocios…o estos ya no existen. Es algo nostálgico y que da cierta tristeza.
Claro que hay grandes éxitos tales como Bimbo, CEMEX, COMEX, grupo Modelo , IUSA y otras industrias de reciente creación (En promedio tienen 50 años de operación lo cual no es casi nada en la historia del mundo actual) que sí se adaptaron a las circunstancias y prosperaron para ser emporios a escala mundial, pero lo importante es notar como en tan corto plazo (treinta y pico de años) el entorno cambió radicalmente , las premisas en que se basaban estos emprendedores han caído estrepitosamente y que las continuas crisis han hecho realidad la tesis de \»destrucción constructiva\» de las empresas de expertos como Schumpeter.
¿Conclusiones? Hay que adaptarse a los cambios irreversibles y sin precedentes que tenemos , estar preparado a una variedad de contingencias, tener estructuras flexibles y ser emprendedores o emprendedoras profesionales con la capacidad, intuición y visión que permitirán a sus empresas, familias y patrimonio sobrevivir en estos tiempos.
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